Discriminados por hablar su idioma natal
Millones
de latinoamericanos carecen de servicios de salud, trabajo o educación por no
hablar español sino una de las cientos de lenguas indígenas de la región
¿Se ha
sentido alguna vez excluido por hablar su propio idioma en otro país? Imagínese
si esto sucediese en su tierra natal.
Millones
de latinoamericanos, de origen indígena en particular, que hablan un idioma
distinto al español o portugués enfrentan a diario esta exclusión lingüística,
que también se expande por añadidura a otras esferas de la vida como el
trabajo, la salud, la educación y, por supuesto, la esfera social.
Desde
México hasta Argentina, la desigualdad se ve reflejada principalmente en las
minorías raciales: el 50% de los pobres de la región son afrodescendientes, y
en la población indígena latinoamericana, la tasa de mortalidad infantil es
hasta 3.5 veces más alta comparada con la población no indígena. La esperanza
de vida puede llegar a ser de 30 años menos entre la población indígena, de
acuerdo a investigaciones en
desarrollo social.
Perú es
un caso particularmente preocupante. Por ejemplo, del total de peruanos sin
acceso a la salud, más del 60% hablan quechua, el idioma ancestral de los
incas. La discriminación es tan patente que muchos quechua hablantes -13% de la
población peruana, según el censo de 2007- deciden no transmitir el idioma a
sus descendientes por temor al rechazo o la burla.
“Desde
niño aprendí que el quechua no era algo bueno. Mi mamá decía que no lo iba a
usar en Lima y mi papá no me enseñó por vanidad, ya que él no aceptaba por
ningún motivo que le digan serrano, y
en aquel tiempo la discriminación era muy dura para los migrantes”, comenta
José Cavero Torres, un comerciante originario de la región andina de Apurimac,
que ahora trabaja en Lima.
Afirma
que aunque gran parte de su familia sabe el idioma, ni él ni sus primos
aprendieron a hablarlo o a escribirlo. “Cuando llegamos a Lima, la presión
social, la discriminación y la propia necedad de los que conocían el idioma
jugaron un rol muy importante en contra de los que queríamos conocer más del
quechua”, afirma.
Tal es la
vergüenza que produciría el hablar quechua que, según la UNESCO, el
idioma ha sido declarado vulnerable, e incluso en algunas zonas del país en
peligro de extinción, a pesar de ser considerado una de las lenguas oficiales
de Perú.
Algunos
esfuerzos se vienen realizando para recuperar esta lengua.
Demetrio
Túpac Yupanqui, director de la academia Yachay Wasi, se dedica actualmente a
revisar su traducción al quechua de uno de los libros más traducidos en el
mundo después de la Biblia: Don Quijote de la Mancha. Para Túpac Yupanqui, el
quechua es un idioma que tiene “una capacidad superior de expresar el
pensamiento humano, tiene palabras que expresan sentimientos y acciones
inexistentes en otros idiomas”.
La lengua
se habla también en Ecuador, Bolivia, Colombia, Argentina y Chile, pero el Perú
concentra la mayor cantidad de quechua hablantes, más de 3 millones de personas
localizadas principalmente en los Andes y que viven en condiciones de pobreza y
pobreza extrema.
Minorías
sin voz
Casos
como el de Brasil, dónde el 10% de la población más rica acumula más del 50% de
todos los ingresos, son un reflejo de que el reciente crecimiento económico
experimentado en la región no está asociado con la distribución equitativa de
los ingresos.
“Las
minorías étnicas se están beneficiando poco o nada con el crecimiento regional
de los últimos años. Los países latinoamericanos tienen que hacer un mayor
esfuerzo en crear políticas especialmente diseñadas para los pueblos indígenas,
que tomen en cuenta sus puntos de vista y sus anhelos”, comenta Germán Freire,
especialista en desarrollo social del Banco Mundial.
Apoyar a
las minorías es clave, según los expertos, para fomentar la inclusión social
que ayude a los países a lidiar con temas que van desde la movilidad
demográfica – flujos de personas que van a las ciudades en busca de mejores
oportunidades- hasta impactos en los precios de los alimentos y la volatilidad
económica.
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